jueves, 7 de mayo de 2009

Tokyo

Viernes, 27-03-2009

Tras una noche de insomnio en la que atravesamos Finlandia y Rusia por el norte... llegamos a Tokyo!! Yo estaba deseando estirar las piernas, pero todavía quedaban más de veinte interminables minutos de maniobras por el aeropuerto. Cuando por fin nos bajamos del avión, llevábamos más de 14 horas encerrados en él.
Pasamos el control de pasaportes e inmigración sin ninguna complicación, tras entregar el formulario que te dan para rellenar en el avión. Después, recogimos el equipaje y nos dirigimos a la salida, donde había que pasar un nuevo control, esta vez de equipaje. A Miguel y a Marce les metieron la mano en la mochila y les tocaron la tripa, supongo que para ver la cara que ponían. A mi me preguntaron si llevaba sustancias prohibidas, como marihuana o coca. Le dije al señor agente que yo no uso de esas cosas, se rió y me dejó seguir.
Nos dirigimos al tren, y compramos los billetes para el Skyliner (ese es el nombre del tren), mas un bono para dos días de metro, en total por 2490 yenes. Bajamos al andén correspondiente, y esperamos al tren. Para amenizar la espera, sacamos unas bebidas en unas máquinas que había por allí. Ese tipo de máquinas las veríamos por todas partes en todos los destinos que visitamos. Marce y yo fuimos a por los clásicos refrescos, y miguel tiró por el café. Era una lata de café caliente!!! eso sí, sin azúcar.



El tren tardó una hora en llegar a la estación de Ueno, en la que nos bajamos y compramos unos billetes de metro (habíamos decidido dejar el pase de dos días para otro momento). Se compran sin mucha dificultad en máquinas, y cuestan de 160 yenes en adelante, dependiendo del destino. Lo normal es que encima de las máquinas haya un mapa de metro con el precio a cada estación. Siguiendo las indicaciones de nuestro hostal (Bakpak Tokyo Hostel), nos bajamos en la estación de Minowa, a dos paradas de Ueno. Ya en la calle, nos pusimos a mirar un mapa que había por ahí y a compararlo con el que teníamos con las indicaciones, para orientarnos un poco. Rápidamente, se acercó un chico y con un inglés bastante básico nos indicó la calle que debíamos seguir.
Las indicaciones del nuestro alojamiento eran bastante sencillas. Una vez localizada la calle en cuestión, había que andar por ella hasta llegar al quinto semáforo, y allí girar a la izquierda. En total, serían unos siete minutos. Cuando llegamos al quinto semáforo, por allí no aparecía nuestro hostal. Tampoco habíamos encontrado ninguno de los puntos de referencia que nos indicaban (una sala de juegos y un templo). Nos paramos a mirar el mapa y en seguida apareció un señor mayor para ayudarnos. Después de mirar nuestro mapa y uno que llevaba él en japonés, nos dijo que debíamos seguir andando por la misma calle, así que seguimos sus indicaciones. Tras andar un rato y no encontrar nuestro destino, como informáticos que somos, decidimos reiniciar... es decir, volver a la estación de metro. Allí nos dimos cuenta de que habíamos estado tres cuartos de hora entre ida y vuelta andando por la calle perpendicular a la que deberíamos haber cogido. Hay que añadir en este punto que en la gran mayoría de las calles de Tokyo el nombre no figura en ningún sitio, ni en japonés ni en idioma alguno.
Después de localizar la calle correcta, llegamos sin problema alguno a nuestro alojamiento, donde dejamos las mochilas y los abrigos y nos fuimos a comer. Para no complicarnos mucho ya que era tarde para comer (las dos de la tarde), entramos a un sitio que vimos muy cerca de nuestro alojamiento. Como en muchos restaurantes en Japón, el mecanismo es: en una máquina que hay a la entrada, escoges y pagas los platos que quieres comer. La máquina te da un ticket, tú se lo das a la camarera y ella te trae la comida. Evidentemente, esto no lo sabíamos, así que entramos y fuimos directos a una mesa. La camarera vino y nos atendió pacientemente, así que pudimos comer.
Con el estómago lleno, nos dirigimos al metro para ir al centro. Repentinamente, cambiamos de opinión, decidiendo volver al hostal para ocupar ya la habitación, y de paso, coger los abrigos por si hacía frío más tarde. Gran acierto, ya que poco después empezó a hacer una rasca curiosa.
Ya abrigados, nos dirigimos en metro hacia el centro de Tokyo. Antes de subir al metro, evidentemente hay que hacerse con los billetes. Esto se hace en unas máquinas que hay en las entradas. Primero tienes que saber la tarifa (la puedes ver en unos mapas que suele haber encima de las máquinas, y depende de la estación de destino). Seleccionas la tarifa, el número de personas y metes el dinero. La tarifa más barata es de 160 yenes.
Dimos una vuelta por los jardines del palacio imperial y el panasonic center.





Después, ya de noche, estuvimos por la zona de la estación central, tomamos una cerveza y cenamos en un sitio bastante extraño, donde pudimos degustar entre otras cosas unos pinchos de útero (no sabemos de qué animal).



Tras la cena, nos fuimos a dormir, que ya era hora (no es que fuera tarde, pero había sido un día muy largo).


Sábado, 28-03-2009

Nos levantamos a las 8, después de diez horas en la cama. De camino al metro, paramos en un seven eleven a comprar algo para desayunar. Compramos unos bollos y unas bebidas y desayunamos en la calle, al fresco... decidiendo que era la última vez que desayunábamos pasando frío. Nos dirigimos al centro en metro, usando ya nuestro bono de dos días, y pasamos lo que quedaba de mañana por los jardines del palacio imperial. Digo "lo que quedaba de mañana" porque realmente quedaba poco, ya que la hora habitual de comer es entre las doce y la una.



Me pareció curioso lo que les gusta a los japos llevar siempre la cámara adosada al trípode.



Para comer, yo me atreví con una sopa de miso, arroz y atún crudo... mmmmmmmmmmmm!!!



Después de comer, fuimos a conocer el distrito de la electrónica (Akihabara). Es un barrio curioso, lleno de tiendas de electrónica, ruido, luces y gente por todas partes. Las tiendas de electrónica van desde los grandes almacenes de ocho plantas hasta las tienduchas en las que puedes encontrar todo tipo de material usado, desde objetivos y cámaras fotográficas de hace muchos años hasta teclados y ratones pasando por portátiles bastante destrozados.



Tras akihabara, fuimos a Roppongi Hills.





Por la noche volvimos al centro, donde tomamos una cerveza (un poco cara) y cenamos.

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