martes, 28 de abril de 2009

Viaje de ida

Jueves, 26-03-2009

Me levanté a las 5:30, desayuné, recogí las cosas y me fui. Fuí al aeropuerto el bus 200 en avda de América a las 6:00, así que a las 6:15 ya estaba en el mostrador de facturación. Allí estaban ya esperando Marce y Miguel. Al facturar, nos metieron las mochilas en bolsas de plástico.
Tras esto, fuimos hasta la puerta de embarque y esperamos pacientemente a la salida de nuestro vuelo, que estaba programada para las 8:00. Embarcamos puntualmente, desayunamos a bordo un bollo y un café y llegamos a París, donde nos esperaba una escala de tres horitas. Como no teníamos que cambiar de terminal (llegamos a la 2F y el vuelo a Tokyo salía de la misma 2F), pensábamos que será cuestión de cambiar de puerta y sentarse a esperar. Error. Hay que dar un largo paseo por los pasillos de la terminal y pasar un control de seguridad, de una lentitud pasmosa. Durante la más de media hora que tardamos en pasar el control, vemos que se llevan detenida a una chica un poco escandalosa por algo que le han encontrado en el equipaje (llevaría los líquidos mal envueltos, digo yo).
Tras este control, llegamos por fin a nuestra puerta de embarque y nuevamente esperamos con paciencia. Nuestro vuelo a Tokyo salía a las 13:15, comenzando oficialmente el embarque a las 12:30.
Por una vez, el embarque empezó pronto. Embarcamos de los primeros y ocupamos nuestros asientos. Como el avión era bastante grande (un boeing 777-300), tardó bastante en llenarse, pero una vez lleno... no nos movemos. Nos comunican que hay un problema con el "push-back", que no sé lo que es, pero no me gusta en absoluto. Ya me veo pasando las vacaciones en París. Tras más de una hora de espera, parece ser que ya tenemos el "push-back" ese, así que ya podemos despegar. Todavía no nos hemos movido y ya estoy aburrido de avión... pues me voy a jartar!
Por fin despegamos pasadas las 14:30, y la tripulación nos ofrece unas bebidas. En los últimos viajes (Vietnam y Nueva york) había llegado a la conclusión de que el vino me ayudaba a dormir (lo que en los aviones suele ser un poco complicado para alguien de mi tamaño), así que pedí vino. Poco después, pasaron con la comida (que no estuvo mal, por cierto), así que pedí otra de vino.



Pues ni con esas, no hubo forma de dormir más de unos minutos en un interminable vuelo de 12 horas. A mi izquierda tenía a Marce, que se pasó medio vuelo dando cabezadas.

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