miércoles, 30 de septiembre de 2009

Hiroshima

Viernes, 03-04-2009

Tras 1:40 de viaje, llegamos a la estación de Hiroshima. Siguiendo las rigurosas instrucciones de nuestro hostal, el K's House Hiroshima, llegamos sin problemas en cinco minutos, hicimos el registro y dejamos allí las mochilas. Conseguimos un mapa y nos fuimos andando hasta la zona del Parque Memorial de la Paz.
En este parque se encuentran una serie de monumentos y recuerdos de aquel 6 de Agosto de 1945 en que el bombardero Enola Gay lanzó la bomba Little Boy sobre Hiroshima. No voy a relatar la historia porque se puede encontrar en muchos sitios, pero pondré un enlace a la wikipedia para quien esté interesado. Se puede encontrar en Internet muchísima información al respecto.
A los supervivientes del bombardeo se los llama Hibakusha, que significa "persona bombardeada". Oficialmente hay unos 360000 Hibakushas, entre los que merece una mención especial Tsutomu Yamaguchi, que estaba en Hiroshima el día 6 y en Nagasaki el 9, sobreviviendo a las dos explosiones. No tengo muy claro si es la persona con más o con menos suerte en el mundo.
Volvamos al tema que tenemos entre manos, que es el viaje. Recorrimos los puntos más importantes del parque, que son:
- Gembaku domu o Cúpula de la Bomba Atómica: En su momento fue el Pabellón de Fomento de la Industria de la ciudad. Se trata de una de los pocos edificios que quedó en pie tras la explosión, pese a estar a menos de doscientos metros de la zona de la explosión. Se ha mantenido como símbolo de la paz.



- Monumento infantil de la paz: Una estatua de una niña con una grulla de papel entre las manos. La niña se llamaba Sadako Sasaki, y padecía leucemia a consecuencia de la radiación. Hay una leyenda japonesa que dice que quien haga mil grullas de papel, conseguirá lo que quiera. Evidentemente lo que ella quería era vivir, así que se puso manos a la obra... pero no lo consiguió, falleciendo cuando llevaba 644.



- Túmulo conmemorativo: un montículo en el que están las cenizas de muchos miles de cadáveres sin identificar.
- Cenotafio a las víctimas coreanas: dedicado a los 20000 coreanos que murieron como consecuencia de la guerra. Casi todos eran prisioneros de guerra.
- Cenotafio memorial: en él están los nombres de todos los fallecidos por la bomba.
- La llama de la paz: Dicen que no se apagará mientras queden armas nucleares en la Tierra.



- Campana de la paz.
- Árboles del Fénix: Pese a estar cerca de la zona de explosión, no sólo sobrevivieron sino que continuaron creciendo, floreciendo unos meses después.
- Museo conmemorativo de la paz: estremecedor museo dedicado a lo que sucedió el día de la explosión. Bajo mi punto de vista excesivamente dramático, aunque merece la pena. Cuesta sólo 50 yenes, y por 250 más te dejan la audioguía, lo que resulta bastante interesante. Se pueden ver imágenes de Hiroshima antes y después de la bomba, juguetes chamuscados de niños vaporizados, pelos, uñas y relojes parados a la hora de la explosión. Todo esto, aderezado con testimonios de supervivientes.











Después de ver tantas calamidades, tocaba ir a la parte más bonita: La isla de Miyajima. Era la una de la tarde y queríamos estar en la isla para las 14:48, que era la hora de la marea alta. Antes de ir, comimos en uno de los restaurantes que nos encontramos en unas galerías comerciales.
En Japón, al entrar a un restaurante siempre te reciben con una frase de bienvenida: "irashaimaseeeee!!!". Esta frase la dicen uno tras otro todos los empleados del restaurante, incluso los que no te ven. Cuando te vas, el espectáculo se repite, con la frase: "arigato gozaimasu!!!" ("muchas gracias").
Fue en este restaurante donde grabé el vídeo del espectáculo de la salida:



Con el estómago lleno, preguntamos en un punto de información como llegar a Miyajima. Hay varias formas, pero teniendo el JR Pass, la más barata es: Tranvía hasta alguna estación de JR (150 yenes), tren JR hasta Miyajumaguchi (gratis con el JR Pass), y allí, barco hasta la isla (gratis nuevamente). En total, algo menos de una hora de trayecto.



Finalmente, llegamos justo con la marea alta. El hecho de ir a Miyajima con la pleamar no es por gusto, sino para poder ver y fotografiar en las mejores condiciones el símbolo de Miyajima: El Torii Foltante, que marca la entrada al santuario sintoista de Itsukushima. No es que el Torii flote realmente, ya que está anclado al suelo, pero cuando la marea está alta da esa impresión. Con la marea baja, está en medio de un barrizal. Las mareas se pueden consultar en este enlace.





Estuvimos hasta las cinco de la tarde visitando tanto el santuario de Itsukushima como otros santuarios.





Tras esto, volvimos a Hiroshima desandando el camino andado (barco, tren y tranvía). Fuimos a nuestro hostal, e hicimos el check-in, ya que teníamos nuestras mochilas tiradas en recepción desde que llegamos por la mañana. Aprovechando que había un ordenador libre en el hostal, miramos nuestros correos y el tiempo previsto para el día siguiente, que por desgracia era de lluvia. Como no teníamos cerrado el billete de tren, buscamos en Hyperdia un tren a Osaka que además de ser rápido, tuviera parada en Himeji. De esta forma, si al pasar por Himeji no llovía nos bajaríamos, y de lo contrario seguiríamos hasta Osaka. Estas premisas las cumplía el Shinkansen Hikari de las 7:14, que cubre el trayecto de 350 kilómetros de una hora y cuarenta minutos, y tiene parada en Himeji.
Nos dirigimos a las taquillas de la estación a reservar el tren para el día siguiente, pero al haber demasiada gente desistimos y decidimos ir sin reserva.
Para cenar, nos dejamos aconsejar en el hostal y fuimos a un restaurante de sushi en un centro comercial cercano, donde nos pusimos finos de sushi.
Tras la cena, volvimos al hostal parando antes a comprar algo para desayunar al día siguiente, y nos acostamos pronto.


Sábado, 04-04-2009

Nos levantamos prontito, recogimos los bártulos y nos dirigimos andando bajo la lluvia hasta la estación de Hiroshima. La predicción meteorológica había sido acertada, así que pensamos que quizás habría que saltarse Himeji y dejarlo para el día siguiente. Subimos al puntualísimo tren de las 7:14, donde encontramos sitio sin problema.

martes, 29 de septiembre de 2009

Retomamos los relatos

Después de algo más de tres meses sin escribir nada, voy a retomar los relatos sobre el viaje a Japón, intentando terminarlos en menos de diez días, ya que en ese tiempo emprenderemos el siguiente viaje, a Argentina.
Continuaré con el relato sobre Hiroshima. En un rato lo terminaré, ya que lo tenía a medias.

jueves, 18 de junio de 2009

Inari, Nara y nos despedimos de Kyoto

Jueves, 02-04-2009

Hoy tocaba el santuario de Fushimi Inari y después, la ciudad de Nara.
Salimos del hostal y nos metimos en el primer bus hacia la estación de trenes. Allí compramos algunas cosas para desayunar en el tren, y buscamos el andén de donde salían los trenes a Inari. Subimos a la carrera en el primer tren y en unos minutos llegamos. Nada más salir de la estación, como no sabíamos hacia donde ir, seguimos a unos turistas. Mala elección. Ellos tampoco tenían ni idea, así que dimos una buena vuelta para llegar finalmente al santuario.
Fushimi Inari es un santuario sintoísta situado a las afueras de Kyoto. Lo más característico son los miles de Toriis rojos que delimitan el largo camino hasta el santuario.
Estuvimos paseando un buen rato entre toriis rojos y subiendo un buen número de escaleras hasta que decidimos que ya habíamos tenido bastante, y que era el momento de volver a la estación para ir a Nara. Volvimos a la entrada y, tras andar unos metros, nos dimos cuenta de que la estación estaba ahí mismo, a escasos metros. El paseo que nos habíamos dado al llegar nos lo habríamos ahorrado si hubiéramos ido a la izquierda en vez de a la derecha al salir de la estación.





Subimos en el primer tren hacia Nara. El problema era que en Inari sólo pueden coger trenes lentos, que paran en todas las estaciones, y desde Kyoto se podría coger un tren que llegue a Nara haciendo sólo cuatro paradas. Consideramos más apropiado coger el lento que volver a Kyoto... y nos equivocamos, ya que paraba durante unos cinco minutos en cada estación. Tras mirar a conciencia los mapas de trenes que había por el vagón, decidimos bajar en una estación que parecía ser común a los trenes rápidos y lentos... y esta vez no nos equivocamos, así que en diez minutos estábamos a bordo de uno de los trenes rápidos que nos llevaría hasta Nara, donde llegamos a las once de la mañana.



En la estación conseguimos un mapa y nos dirigimos andando hacia el parque, donde están casi todos los puntos de interés, y todos los que íbamos a ver nosotros en nuestra rápida visita. El punto principal es el Templo de Todaiji, que alberga al Buda de mayor tamaño de Japón. Mide nada menos que quince metros, con un inmenso cabezón de cinco metros (no es que sea un personaje de Maniac Mansion, es que está sentado).





En el interior del templo hay una columna con un agujero en su parte inferior. Según alguna leyenda, que el que pasa por el agujero será muy afortunado... en su próxima vida.



Además, el parque está habitado por muchos ciervos que se alimentan de lo que les dan los turistas... o de lo que les quitan. Nada está a salvo de ellos.





Después de ver lo principal de Nara, volvimos en tren a Kyoto y tomamos una cerveza en el bar del hostal. Se me olvidaba explicar por qué tomábamos las cervezas en el hostal. Pues resulta que al hacer el check-in, nos dieron a cada uno un vale por 300 yenes en bebidas por cada noche de estancia, así que había que gastarlos.
Como ya echábamos de menos el pescado crudo y la salsa de soja, preguntamos en el hostal por un restaurante de sushi y nos indicaron como llegar a uno. Fuimos en bus y, como era costumbre, comimos sushi hasta hartarnos. Descubrimos una curiosa manera de pedir sushi si quieres algo que no aparece en la cinta:




Después de la cena, dimos una vuelta por el distrito de Pontocho y nos fuimos a dormir.


Viernes, 03-04-2009

Madrugamos de nuevo, recogimos los bártulos, devolvimos la llave y fuimos en taxi a la estación, donde cogeríamos a las 7:14 el tren que nos llevaría a Hiroshima.

viernes, 5 de junio de 2009

Kyoto

Martes, 31-03-2009

Llegamos puntualmente a Kyoto a las 9:45, salimos de la estación y, siguiendo las indicaciones del alojamiento que habíamos reservado, subimos a un taxi. Nos dejó en la puerta del alojamiento en diez minutos y por 900 Yenes. Como era muy pronto, nos dijeron que dejáramos las mochilas allí y que volviéramos por la tarde, así que sacamos la guía y nos lanzamos a la calle.
Kyoto fue la capital de Japón desde 794 hasta el desplazamiento del gobierno a Tokio en 1868. Con un buen número de lugares declarados Patrimonio de la Humanidad, tiene para darse unos cuantos paseos.
Vimos que no quedaba lejos el templo de Sanjusanjendo (entrada, 600 yenes), así que esa fue nuestra primera parada. Se trata de un templo budista cuya principal atracción es una sala que cuenta con una gran estatua de Buda, rodeado por las estatuas de mil Kannon armados, a tamaño real. Dentro de este pabellón no se podían hacer fotos, así que no lo tengo "documentado".



Después de ver el pabellón, estuvimos dando una vuelta por los jardines y salimos del templo. Nos sentamos para decidir cual sería nuestra siguiente parada, y allí conocimos a un chico barcelonés que llevaba ya unos días en la ciudad. Nos recomendó ir al templo de Kiyomizu, que no quedaba lejos. Además, nos dijo que el templo lo iluminaban de noche, por lo que es una visita muy recomendada. Como tenía dos mapas de la ciudad, nos dio uno.
Nos dirigimos andando al templo de Kiyomizu (300 yenes), al que llegamos después de subir una buena cuesta. Dimos una vuelta por los jardines y templos, y decidimos que ya era una buena hora para comer y descansar un poco.



Bajamos la cuesta que habíamos subido un rato antes, buscamos un restaurante con pinta de no ser demasiado caro, y llenamos nuestros estómagos con unos buenos platos de arroz con varias cosas.
Después de comer, fuimos al templo de Kinkakuji (300 yenes), que está bastante lejos de donde estábamos nosotros. En el mapa que nos había dado por la mañana el barcelonés venían las líneas de autobuses urbanos, así que hicimos el trayecto en bus (220 yenes).
Como iba diciendo, fuimos al templo de Kinkakuji (el Templo del Pabellón Dorado). Con este nombre, no resultamos soprendidos al pasar y encontrarnos con un edificio dorado en medio de un lago.



Tras dar una vuelta por los jardines y estancias y hacer varias docenas de fotos, salimos y nos dirigimos al cercano templo Zen de Ryoanji (500 yenes). Llegamos sobre las 17:20 y, pese a que la hora de cierre era a las 17:30, pudimos entrar.



Como acabo de decir, Ryoanji es un templo Zen... así que no puede faltar su jardín zen... que no es más que un jardín de piedrecillas.



Después de tanto templo, nos dirigimos al hostal, para hacer el check-in y dejar las cosas en nuestra habitación. Para ello, salimos a la puerta del templo y nos subimos al primer autobús que pasaba en la dirección apropiada.
Una vez en el hostal, pagamos en recepción las tres noches (9900 yenes por cada una), y compramos unos bonos da autobús para el día siguiente por 500 yenes. Con ellos, podríamos subir a todos los autobuses urbanos durante todo el día. Tomamos unas cervezas para descansar un poco y nos fuimos a cenar por la zona.
Después de la cena, volvimos al hostal y nos sentamos a planificar el día siguiente, de forma que no nos quedara nada importante por visitar. Además de apuntar los sitios que íbamos a ver, trazamos un recorrido y apuntamos los autobuses que nos llevarían a cada sitio.


Miércoles, 01-04-2009

Como ya habíamos hecho una planificación el día anterior, nos dispusimos a seguirla. Empezamos por el templo de Ginkakuji (500 yenes), situado en el Este de la ciudad. Este templo es conocido como el de El Pabellón de Plata.



Tras la visita de este templo, volvimos a subir a un autobús para ir al castillo de Nijo (500 yenes). Comenzamos a andar por el recinto, y a mitad del camino... se puso a llover!! afortunadamente, tras mojarnos un poco, nos pudimos refugiar bajo techo. Cuando nos dimos cuenta de que aquello no iba a parar, decidimos irnos. Como ya llovía poco, completamos la visita y salimos.



Subimos al autobús que nos llevaría a nuestra siguiente visita, que estaba cerca de los templos que habíamos visto el día anterior por la tarde. No podíamos permitir que nuestros cuerpos sufrieran 48 horas de privación de sushi, así que aprovechando los hechos de que era la hora de comer, que estaba lloviendo y que el día anterior habíamos visto un restaurante de sushi por la zona... allá fuimos.
Como había bastante gente esperando, nos pusimos a la cola. Salió una chica muy maja y nos dijo que teníamos que coger número en una máquina... que estaba en japonés. Como nos vio despistados y tocando todos los botones, nos sacó ella misma el número, y nos dijo que nos sentáramos a esperar nuestro turno. Iban llamando a la gente (en japonés), y cuando llegó nuestro turno nos vino a buscar la chica y nos condujo hasta nuestra mesa, donde nos pusimos una vez más ciegos de sushi. Cuando terminamos, comprobamos con alegría que había dejado de llover, así que podíamos continuar con el itinerario planeado.
La siguiente visita fue el templo de Ninnaji (400 yenes).



Cuando salimos, nos subimos al mismo autobús que habíamos cogido el día anterior... pero resultó ser de una compañía que no estaba incluida en el pase que teníamos, así que tuvimos que pagar 220 yenes cada uno. con este autobús, llegamos hasta la estación central, desde donde nos dirigimos al templo de Toji.



Tras el templo de Toji, y un nuevo viaje en bus, fuimos al templo de Eian.



Después, cuando ya estaba a punto de anochecer, subimos de nuevo al templo de Kiyomizu, para verlo de noche.





Después de hacer varias decenas de fotos al templo, volvimos a bajar para dar una vuelta por el distrito de Gion, donde en el pasado hubo muchas geishas y en el presente todavía se puede ver alguna.



Cenamos de camino al hostal y al llegar compramos unos bonos de autobús para el día siguiente.

jueves, 21 de mayo de 2009

Tsukiji y Nikko

Lunes, 30-03-2009

Fue un día largo a la vez que intenso, que empezó muy pronto con una visita a la lonja, siguió con los templos de Nikko y terminó con una noche en un sitio especial.
El despertador sonó nada menos que a las 4:30. A esas horas en España la mayoría ni siquiera había cenado, ya que eran las 21:30 del día anterior. Pero nosotros ya estábamos en pie, cargando las mochilas y preparados para dejar el hostal.
Pasadas las cinco subimos al metro hasta la estación de Ueno, donde con bastante esfuerzo por nuestra parte, dejamos las mochilas en unas consignas. No es que nos costara mucho desprendernos de ellas, sino que las taquillas eran bastante pequeñas y hubo que empujar un poco. Nos dirigimos en metro hasta la parada de Tsukiji, para ver el mercado con el mismo nombre.
El de Tsukiji es el mercado de pescado más grande del mundo. Es prácticamente impensable estar unos días en Tokyo sin hacer una visita a esta lonja. Curiosamente, la segunda lonja más grande del mundo se llama Mercamadrid y, hasta donde yo sé, nadie se lo plantea como una atracción turística. Una vez allí, puedes ver a cientos de turistas con sus cientos de cámaras haciendo miles de fotos a los millones de atunes que hay por todas partes (bueno, igual se me ha ido la mano un poco con las cifras). Y, por supuesto, nosotros éramos tres de ellos (de los turistas, no los pescaos).





En la lonja se vende todo tipo de pescado, aunque la estrella es el atún, tanto fresco como congelado. Madrugando todavía más, se pueden ver las subastas... pero consideramos que las cuatro y media ya era lo suficientemente pronto.
La actividad es frenética, ya que además de turistas, hay mucha gente trabajando cargando pescado, trasportándolo en carros que circulan por todas partes a gran velocidad (cuidado con ellos), y cortando el pescado con cuchillos que más bien parecen espadas.





Otra cosa típica en la visita a la lonja, es desayunar sushi en uno de los muchos puestos de los alrededores. Como no nos íbamos a ir a Nikko con el estómago vacío, dimos un par de vueltas en busca de un restaurante apropiado. En algunos de ellos había mucha gente y una gran cola en la puerta, mientras que en otros había mucha menos gente. Evidentemente la diferencia entre unos y otros era el precio... pero como no íbamos muy bien de tiempo decidimos meternos en uno que tenía poca gente, para degustar el que creo que ha sido el desayuno más caro de mi vida. Una sola pieza de sushi costaba a partir de 400 yenes, así que entre los tres nos gastamos unos 5500 yenes, lo que vienen a ser unos 45 euros.
Después de desayunar, tocaba ir a Nikko. La mejor manera de llegar si se tiene el Japan Rail Pass, es con un tren rápido hasta Utsunomiya cambiando allí a un tren local. Así fue como lo hicimos, tardando en total algo menos de dos horas.
Veo que no dije en su momento que el primer día reservamos casi todos los trenes del viaje. Esto se hace (teniendo el Japan Rail Pass) en una de las muchas oficinas que hay en las estaciones. Hicimos las reservas de los viajes de ida y vuelta a Nikko, el tren a Kyoto, de Kyoto a Hiroshima, de Osaka a Kanazawa, y la vuelta de Takayama a Tokyo. Sólo nos quedó por cerrar el trayecto entre Kanazawa y Takayama (se hace en bus), y de Hiroshima a Osaka (teníamos dudas sobre qué horario escoger, así que lo dejamos en el aire).
Los trenes tienen un número determinado de coches en los que se viaja con reserva y el resto, son para ir sin reserva. Por lo que vimos, no hubiera sido necesario reservar, ya que había sitio de sobra. Simplemente con presentarte en la estación y enseñar media docena de veces el JRP, puedes subir al tren.
Como iba diciendo, fuimos de Tokyo Central a Utsunomiya en un tren rápido, cambiamos allí a un tren local, y acabamos llegando a Nikko poco antes de las diez de la mañana, donde hacía bastante frío.
Desde la estación, fuimos andando a la zona de los templos donde llegamos en unos 15 minutos (también se puede ir en bus desde la estación). Allí, compramos una entrada combinada para todos los templos y santuarios (1000 Yenes), y accedimos a los templos. Vimos primero el puente de Shinkyo, continuando después por los templos de Rinno-ji, y los santuarios de Toshogu y Taiyuinbyo, entre otras cosas. Pese a ser Lunes, estaba saturado de gente, no quiero ni imaginar como será los fines de semana.





Entre templos y santuarios llegó la hora de comer, así que volvimos al pueblo a buscar algún sitio donde saciar nuestro apetito. Fue una misión fácil, puesto que la zona estaba atestada de restaurantes con precios razonables.
Habiendo saciado nuestro apetito con unas generosas raciones de udon y tempura, decidimos ir a conocer el llamado "Abismo de Kanmangafuchi", que es un paseo a orillas del río plagado de figuritas vestidas con gorros y una especie de baberos rojos.





Hicimos el paseo de ida y vuelta hasta volver al pueblo, y decidimos que lo mejor sería volver a la estación y ver si nos podíamos colar en algún tren hacia Tokyo, pese a tener reserva para más tarde.
Una vez en la estación, vimos que salía un tren hacia Utsunomiya en unos veinte minutos. Como estos japos están muy bien organizados, en los paneles de la estación de Nikko también pudimos ver los enlaces que había disponibles en Utsunomiya, para llegar a Tokyo. Salía un tren unos cinco minutos después de llegar el nuestro.
Llegamos a la estación de Ueno sobre las cinco y media de la tarde, sacamos nuestras mochilas de las taquillas y cogimos el metro hacia Simbashi, donde hicimos el check-in en un hotel un tanto especial.



Pues sí, se trata de un hotel cápsula!! Habíamos dejado esa noche sin reservar alojamiento para ir a un hotel de estos. La tarde anterior habíamos localizado este que, por su situación muy cerca de la estación de tren, nos venía muy bien. El procedimiento para alojarse en un hotel de este tipo no puede ser más sencillo: llegas, escoges la modalidad de alojamiento, pagas (4000 yenes por persona), y te alojas. Las modalidades de alojamiento pasan desde una siesta hasta la noche completa (desde las cinco de la tarde hasta la mañana siguiente). Evidentemente, nosotros escogimos la noche completa. En la recepción te dan una llave con un número, ese es el número de tu habitación y de tu taquilla. En esta taquilla tienes unas zapatillas y una especie de bata-pijama, además de los útiles de aseo.



Una vez que dejamos los trastos en el hotel (una vez más con bastante esfuerzo físico por nuestra parte, ya que las taquillas no están preparadas para ir con equipaje), e hicimos un poco el cafre en la zona de habitaciones grabando el vídeo anterior y haciendo fotos, fuimos a un bar de la zona a tomar unas cervezas. Cuando ya estábamos terminando las cervezas, vino el camarero con tres pinchitos y nos dijo que eran una invitación de un "caballero" que había en la barra. Le dimos las gracias, dudando si quería algo con nosotros. Estas dudas se despejaron mientras nos íbamos, cuando a Marce le guiñaron un ojo. Si es que ligamos allá donde vamos!!
La cena la hicimos en un bar de sushi de la zona. El día anterior me quejaba porque había estado tres días en Japón sin probar el sushi, y ya llevábamos tres veces en dos días.
Después de cenar, cervecita reglamentaria en un bar cercano, y a la cápsula a intentar dormir.


Martes, 31-03-2009

Nos levantamos a las seis de la mañana, recogimos y nos dirigimos a la estación de Tokyo central, para coger el Shinkansen Hikari de las 7:03 que habíamos reservado unos días antes, con destino Kyoto. En la estación compramos unos pasteles y unas bebidas para desayunar en el tren y, como no podía ser de otra manera, salimos exactamente a las 7:03.

martes, 19 de mayo de 2009

Tokyo (2)

Domingo, 29-03-2009

Como el día anterior habíamos decidido no volver a desayunar en la calle, antes de ir a dormir habíamos pasado por el seven eleven a hacer las compras para el desayuno. Así que tras ducharnos, desayunamos en la habitación.
El primer punto que visitamos fue el templo de Senso-ji, a unos veinte minutos andando de nuestro alojamiento, en el barrio de Asakusa. Es el templo más antiguo de Japón, y el que más o uno de los que más visitas recibe. Y siendo domingo... pues estaba hasta arriba. Se entra a través de un paseo rodeado de tenderetes en los que se venden todo tipo de souvenirs.







Tras el templo fuimos a dar una vuelta por el cercano parque de Ueno, donde nos sorprendió ver a una gran cantidad de gente extendiendo unas enormes lonas de plástico en el suelo y preparándose para pasar allí el día comiendo y bebiendo. Más adelante veríamos que esto es algo habitual durante los fines de semana en los parques.



Hacia el medio día, fuimos a Harajuku. Visitar Harajuku los domingos se ha convertido en una turistada más, en la que se va a ver a los chavales y chavalas disfrazados de personajes de manga y otras extravagancias. Pues bien... lo que nos encontramos fue a cuatro frikis y cuatrocientos turistas armados con grandes equipos fotofráficos a la caza del friki.



Entre los personajes extraños que allí había, estaba este repartidor de abrazos gratuitos:



Como ya se acercaba la hora de comer, buscamos por la zona algún sitio donde llenar el estómago sin arruinarnos. Una vez conseguido esto, fuimos a dar una vuelta por el centro. y, antes de anochecer, volvimos a ir a Akihabara. Allí, compré un objetivo para mi cámara (Canon 50mm F1.8) por 75 euros, en lugar de los 100 que cuesta por aquí. Por lo que puede ver, en general no hay buenos precios en electrónica, especialmente con el cambio actual del yen.
Mientras andábamos por Akihabara, vimos un restaurante de sushi. Llevábamos tres días en Japón y todavía no habíamos probado el sushi, así que este era el momento. Lamentablemente, era demasiado pronto para cenar, así que, muy a nuestro pesar, tuvimos que hacer tiempo tomando un par de cervezas en un bar cercano.
Cerca de las 8 de la noche, volvimos al restaurante y ocupamos tres asientos.



La mecánica es sencilla: te sientas de frente a una barra en la que hay una cinta que transporta muchos platos con distintas clases de sushi, y te vas sirviendo a tu gusto. En la barra tienes palillos, salsa de soja, vasos, té y grifos con agua caliente, para que te hagas el té. Los platos tienen diferentes dibujos y colores de fondo, y es de estos colores de lo que depende el precio de cada uno (por todas partes puedes ver los precios correspondientes). Si quieres algo que no ves en la cinta, se lo puedes pedir a los cocineros, que están en el centro... pero se lo tienes que pedir en japonés, así que lo mejor es que te conformes con lo que hay al alcance de tu mano. Cuando ya consideres que has comido lo suficiente, te levantas y rápidamente viene alguien a contar los platos y echar la cuenta. Pagas en la caja y te vas. Hay otra variante en la que en lugar de tener cada plato su precio, valen todos lo mismo. De esta forma la cuenta es mucho más sencilla. De una u otra forma, el precio por plato suele andar entre los 100 y 150 yenes.



Una vez llenos de sushi y satisfechos con nuestra primera "experiencia sushi" en Japón, nos dirigimos a nuestro alojamiento, pasando antes por Shibuya. Allí se encuentra el cruce más popular del mundo. No sé si será el más famoso, pero es el que más tráfico humano tiene. Sus semáforos están sincronizados de forma que se llegan a poner todos en rojo para el tráfico, de forma que los peatones puedan cruzar en cualquier dirección.



Como al día siguiente nos esperaba un buen madrugón, decidimos que ya era hora de ir a la cama. Antes de ir a la habitación pasamos por recepción a recordar que era nuestra última noche, y nos dijeron donde dejar la llave por la mañana.