martes, 19 de mayo de 2009

Tokyo (2)

Domingo, 29-03-2009

Como el día anterior habíamos decidido no volver a desayunar en la calle, antes de ir a dormir habíamos pasado por el seven eleven a hacer las compras para el desayuno. Así que tras ducharnos, desayunamos en la habitación.
El primer punto que visitamos fue el templo de Senso-ji, a unos veinte minutos andando de nuestro alojamiento, en el barrio de Asakusa. Es el templo más antiguo de Japón, y el que más o uno de los que más visitas recibe. Y siendo domingo... pues estaba hasta arriba. Se entra a través de un paseo rodeado de tenderetes en los que se venden todo tipo de souvenirs.







Tras el templo fuimos a dar una vuelta por el cercano parque de Ueno, donde nos sorprendió ver a una gran cantidad de gente extendiendo unas enormes lonas de plástico en el suelo y preparándose para pasar allí el día comiendo y bebiendo. Más adelante veríamos que esto es algo habitual durante los fines de semana en los parques.



Hacia el medio día, fuimos a Harajuku. Visitar Harajuku los domingos se ha convertido en una turistada más, en la que se va a ver a los chavales y chavalas disfrazados de personajes de manga y otras extravagancias. Pues bien... lo que nos encontramos fue a cuatro frikis y cuatrocientos turistas armados con grandes equipos fotofráficos a la caza del friki.



Entre los personajes extraños que allí había, estaba este repartidor de abrazos gratuitos:



Como ya se acercaba la hora de comer, buscamos por la zona algún sitio donde llenar el estómago sin arruinarnos. Una vez conseguido esto, fuimos a dar una vuelta por el centro. y, antes de anochecer, volvimos a ir a Akihabara. Allí, compré un objetivo para mi cámara (Canon 50mm F1.8) por 75 euros, en lugar de los 100 que cuesta por aquí. Por lo que puede ver, en general no hay buenos precios en electrónica, especialmente con el cambio actual del yen.
Mientras andábamos por Akihabara, vimos un restaurante de sushi. Llevábamos tres días en Japón y todavía no habíamos probado el sushi, así que este era el momento. Lamentablemente, era demasiado pronto para cenar, así que, muy a nuestro pesar, tuvimos que hacer tiempo tomando un par de cervezas en un bar cercano.
Cerca de las 8 de la noche, volvimos al restaurante y ocupamos tres asientos.



La mecánica es sencilla: te sientas de frente a una barra en la que hay una cinta que transporta muchos platos con distintas clases de sushi, y te vas sirviendo a tu gusto. En la barra tienes palillos, salsa de soja, vasos, té y grifos con agua caliente, para que te hagas el té. Los platos tienen diferentes dibujos y colores de fondo, y es de estos colores de lo que depende el precio de cada uno (por todas partes puedes ver los precios correspondientes). Si quieres algo que no ves en la cinta, se lo puedes pedir a los cocineros, que están en el centro... pero se lo tienes que pedir en japonés, así que lo mejor es que te conformes con lo que hay al alcance de tu mano. Cuando ya consideres que has comido lo suficiente, te levantas y rápidamente viene alguien a contar los platos y echar la cuenta. Pagas en la caja y te vas. Hay otra variante en la que en lugar de tener cada plato su precio, valen todos lo mismo. De esta forma la cuenta es mucho más sencilla. De una u otra forma, el precio por plato suele andar entre los 100 y 150 yenes.



Una vez llenos de sushi y satisfechos con nuestra primera "experiencia sushi" en Japón, nos dirigimos a nuestro alojamiento, pasando antes por Shibuya. Allí se encuentra el cruce más popular del mundo. No sé si será el más famoso, pero es el que más tráfico humano tiene. Sus semáforos están sincronizados de forma que se llegan a poner todos en rojo para el tráfico, de forma que los peatones puedan cruzar en cualquier dirección.



Como al día siguiente nos esperaba un buen madrugón, decidimos que ya era hora de ir a la cama. Antes de ir a la habitación pasamos por recepción a recordar que era nuestra última noche, y nos dijeron donde dejar la llave por la mañana.

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